Mis abuelas son dos grandes cocineras. Llevan años metidas entre fogones y de su cocina salen platos llenos de cariño y alimento. He tenido la suerte de disfrutar como comensal y aprendiz de sus recetas.
Para preparar este guiso lleno de tradición, he seguido los consejos de mi abuela Maru. Se me ocurrió hacerlo cuando le vi cocinar unas patatas con bacalao hace unos días, me pegué a ella y seguí de cerca cada paso, le fui preguntando hasta entender su lógica. Diría que el éxito de todos los guisos reside en el sofrito, una buena base de verduras cocinadas con aceite de oliva a fuego lento para que se una el sabor de todos sus ingredientes.
Ingredientes
Necesitamos ingredientes sencillos, la mayoría seguramente ya los tengas en casa porque son básicos de despensa. He utilizado una base importante de verduras, siéntete libre para modificar lo que necesites y crear tu propia receta. Te comparto qué utilizo para hacer la mía:
- 1 cebolleta
- 1 puerro
- 1 pimiento verde
- 2 zanahorias
- 4 puñados de setas
- 2 hojas de laurel
- Ramitas de perejil
- 1 ajo
- Dos cucharaditas de pimentón
- Patatas (calculo unas 2 patatas por comensal)
- Un vaso de vino blanco
Paso a paso
En una cazuela grande calienta un buen chorro de aceite de oliva para sofreír las verduras. Ve añadiendo la cebolleta, el puerro, el pimiento verde y la zanahoria cortado pequeñito. Cuando comience a cambiar el color a un tono dorado, añade las setas y deja que pierdan toda su agua. Es el momento para agregar las hojas de laurel, mi abuela me contaba que si las rompes favorece a que desprendan su sabor de forma más intensa.
Mientras en la cazuela se funden todos los sabores, en un mortero prepara el ajo cortado en láminas con las hojas de perejil fresco. Da unos golpes con el mazo para integrar ambos ingredientes y échalo en la cacerola. Además, un par de cucharaditas de pimentón dulce. Por último, incorpora las patatas peladas y cortadas de forma que crujan para que tomen el sabor del sofrito.
Llena el mortero con el vino blanco para que se lleve el ajo y perejil que haya quedado del majao que preparamos en pasos anteriores. Échalo en la olla y rellénalo de nuevo de agua tantas veces como sean necesarias para que las patatas queden cubiertas. ¡Que no se te olvide una cucharadita de sal! Tapa la cacerola y deja que cuezan hasta que queden blanditas.
Espero que te animes a cocinarlo siguiendo estas pautas de mi abuela, seguro que el resultado es una maravilla. Perfecto para los días fríos que se avecinan, llena la pancita y atempera el cuerpo.
Con amor, Andrea.