Levantarse un sábado a las 7 de la mañana para caminar, regala momentos como el que hoy puedo compartiros.
Las calles de Valladolid permanecían solitarias y la luz que iluminaba el cielo aún era tímida. Llevaba una amplia bufanda sobre mis hombros porque aquel día la temperatura había bajado unos grados, lo suficientemente abrigada para que la caminata fuese agradable.
Al otro lado de las vías del tren encontraba lo que en algún momento fue La Azucarera de Santa Victoria. Un lugar impresionante que pude observar con detenimiento desde el punto más alto de la pasarela.
Sentí la emoción de un niño, vivir una pequeña aventura mientras descubría un espacio tan único como siniestro. La escena estaba bañada por un halo de misterio, como si se tratase de una novela escribiéndose en tiempo real.
La mayoría de las ventanas y puertas de los edificios permanecen tapiadas. Otras, a una gran altura, dejan entrever lo que guarda su interior. Parte de la fachada es cubierta por telas translúcidas que cuelgan inestables a punto de caerse por completo y muestran un bonito ladrillo con más de 100 años de antigüedad. Una construcción de 1899.
Caminaba despacio, algo insegura a la par que sorprendida por lo que estaba explorando. Unas edificaciones gigantes aparecían frente a mi, decoradas por firmas y declaraciones de amor en forma de grafiti.
Un terreno de más de cuatro hectáreas inundado de silencio. Adornado por múltiples plantas que se han hecho camino desde que lo abandonaron en 1995. Un espacio que a principios de los 2000 formó parte de un proyecto urbanístico lleno de personalidad que nunca llegó a cumplirse de forma íntegra y hoy guarda el encanto de lo que hace años estuvo lleno de vida.
Mi cámara de fotos capturaba instantes del carácter de este rincón de la ciudad hasta entonces desconocido, mientras yo me abstraía imaginando pedazos de historias sin final.
Como fuente para nutrir este pequeño relato con algunos detalles, me he basado en la información que comparten con cariño desde el equipo de ArquitecturaVA a través del siguiente artículo, tras una gran labor de investigación.
A mi también me ha encantado, me has hecho vivirlo como si estuviera allí. GRACIAS!!!!
¡Mil gracias! Esa era mi intención, transportaros conmigo a ese momento. Ojalá algún día pueda enseñártelo en directo. Un abrazo enorme.
Me ha encantado este post, resalto lo bien que has escrito, me parece particularmente especial!
¡Muchísimas gracias! Qué ilusión me hace saberlo. Este ha sido una de las entradas que más he disfrutado escribiendo, la verdad. Gracias por leerme.