Cierra lo ojos. Respira despacio e intenso. Suelta el aire por la boca. Repite tantas veces como sea necesario, hasta sentir una tranquilidad enorme en el pecho, como si tuvieses un espacio inmenso en tu interior. Dirige la mente hacia tus pies, enterrados a medias en la arena húmeda y disfruta del hecho de andar descalzo y sentir la tierra entre tus dedos.
La brisa suave roza tu piel hasta erizarla, el olor a mar te da calma y te hace sonreír. Vuelve a la nariz e inhala ese momento, esa libertad que inunda cada centímetro de ti.
Cuando vives el ahora te das cuenta que nada más importa que este momento, sentir despacio para vivir grande.
Que bonito todo lo que escribes!! Las fotos preciosas!! Tienes el don de llegar al fondo del corazón!! 😘😘😘
¡Oh! Muchísimas gracias, Marga. Me emocionas con el final de tu comentario, gracias, muchas gracias. Un beso enorme.